Agosto 19, 2010 - jueves -

Este día ha sido uno de los más largos de nuestra travesía, salimos muy de mañana desde Arzúa, el frio al igual que ayer es fuerte, no obstante, avanzando en el camino y subiendo y bajando las cuestas pronto se calentó el cuerpo....

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A diferencias de los días anteriores éste tiene más peregrinos y las lenguas también de distintas latitudes, no obstante, el peregrino, independientemente de su nacionalidad ha aprendido a decir y repetir un sin nímuro de veces " Buen Camino ", siempre tuve la misma respuesta para ellos y los ciclistas que aún en su velocidad saludaban. " Amén... lo mismo para tí", Yo les decía .

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La travesía hasta el próximo Albergue en principio decía 19 kilómetros. Nuestra primera parada de refrigerio fue en "Casa Calzado do Camino", lo mismo haríamos en Alto de Santa Irene y en O Pino, nos quedamos un largo rato en O Empalme, como se darán cuenta ya el idioma gallego se va acentúando cada vez en estos parajes.

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Lejos vemos venir la pequeña carreta con la bandera de Canadá, solo un hombre en ella, quizás el más anciano, el otro viene haciendo su camino sobre una calzada de asfalto con muchos grados de temperatura.

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Hemos tenido que seguir a la proxima ciudad, pues el Albergue está a reventar de peregrinos y sin la seguridad de conseguir habitación, son muchos los que continuan la andanza, nos desviamos por la carretera, pensando que sería mas rápido, pero también resultó mas peligroso.

El camino se nos hizo un auténtico calvario, pues estabamos sobre los 40 km recorridos y además con una calor agobiante, aunque mis pies estaban hinchados no me preocupaba tanto como mis entrepiernas que ya acusaban el ardor del sudor justo en la costura del pantalón. Mi condición de ex atleta, me daba un entusiasmo, no asi el peso de mi mochila que parecía pesar a cada paso, más kilos.

Quizás auí estana una gran enseñanza del camino. Saber que quien llegar a la meta ha de pasar momentos de dificultad, y para ello es necesario mantener la calma y la cordura, pues, muchos otros peregrinos han realizado igual aventura ppara conseguir llegar al final de camino. A veces la ira, nos consume en sumo grado y somos presa facil de arranques que más tarde tenemos que lamentar. De ahí la imperiosa necesidad de mantener la calma, pues al fin y al cabo, el único que había decidido hacer este viaje fui yo, por cumplir un sueño, que ha esperado por muchos años, quizas de comienzos de este siglo XXI cuando tuve ocasión de leer un libro de Coelho " A orillas del río Piedra me senté y lloré ", ejemplar que aún conservo en mi precaria biblioteca personal y que tantas veces lo he recomendado y regalado a mis amistades que considero especiales...

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Pasamos varias estaciones de Televisión, en lo alto de la colina, indicio que quizás estabamos cerca, pero el camino parecía no tener fin...

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Ya cerca de una embotelladora un peregrino que viene de regreso nos indica que deben faltar unos 700 metros para llegar a la meta. No obstante, esos 700 parecieron miles de metros.

Pero por fín se podía divisar en lo alto de la ensenada un monumento.

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A estas alturas del día nuestro reloj marcaba las cuatro de la tarde y a nuestra cuenta, quizás unos 45 interminables kilómetros recorridos.

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Mientras subíamos en la esperanza de un bendito descanso, un gracioso lugareño, venía informando que no había plaza en el Albergue. De todos modos seguimos adelante y descansamos bajo un enorme árbol que estaba junto a la Ermita de San Marcos del Monte do Gozo , por supuesto aprovecho de sellar mi pasaporte y de comprar un refresco de limonada.

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Pido a alguien me ayude con unas fotos en un monumento que fue inaugurado por Juan Pablo II el Peregrino de la Paz, en su visita a Compostela. Tanto mi bandera de Venezuela, como el nombre de Caripito, resaltan en esta postal, que seguro ha de alegrar a mi familia, a mis ahijados a los numerosos amigos que saben de mi amor por ese, nuestro terruño amado.

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Pienso que sería importante sellar mi pasaporte en el albergue de " Monte do Gozo " y me encamino hacia allá , quizas unos 400 metros en una impresionante construcción muy al estilo de las ciudades deportivas de los juegos olimpicos.

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Mayor sorpresa cuando soy informado que aún quedan alrededor de 300 camas disponibles, por supuesto que es una alegría inmensa, cancelando 5 Euros, nos entregan un juego de sabanas desechables y me asignan la habitación 35 C, cuatro literas para 8 personas.

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Asi que después de una merecida dusha de relajamiento. quizás una pequeña siesta. Nuevamente habían fuerzas para caminar en Monte do Gozo, el festin que recreó a mi estómago, comenzó por una cerveza bien fria, tapas bien resueltas de chipirones fritos, ración de pulpos a la vinagreta, lomo con ensalada, todo, una delicia de manjar.

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Me regreso al albergue y me detengo ahora con más calma a revisar las estatua construida en honor al Peregrino de la Paz, Karol Wojtila, pero desde la ensenada misa se oserva del otro lado del complejo, unas enormes estatuas, caminamos hasta allá quizas unos 1500 metros, pero mayor es la alegría al saber que se trata del Apóstol Santiago acompañado de su hermano Juan, se dice que ambos, fueron los discípulos mas cercanos a Jesús. nuevamente la enseña nacional de la patria de mis hijos, vuelve a flamear al igual que el nombre de Caripito.

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Luego compró algunos recuerdos, un llavero que he encontrado con mi nombre, muy poco comercial al parecer, unos pequeños detalles y un par de postales.

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Lejos del mundanal ruido de la civilización e ignorando a cuantos kilómetros estamos de nuestra meta final, me dispongo al descanso, cuando la media noche en punto, da por terminada la travesía de este jueves 19 eterno e intenso. Pero con un final feliz...

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La jornada agotadora será recordada por mucho tiempo, pues por primera vez sentí la agonía de ver lejana el encuentro de un sitio donde descansar, "al inocente lo salva Dios ", dice mi progenitora, en su interminable repertorio de refranes.

El sueño pronto ganó su espacio y dormí junto a mis borradores, bajo mi almohada de una litera, quizás la última del Camino a Santiago. Mañana sería el dia "D"